Por: Esteban Ruíz Ruíz
Militante de la JVC.
La historia entre Costa Rica y sus instituciones de educación superior es una complicada y difusa. Si bien el estado y el público encuentra orgullo al declarar que nuestras universidades se encuentran en los puestos más altos de los rankings latinoamericanos y del mundo, esto es, obviamente, en el papel, porque si nos vamos a la realidad, no hace falta ni de señalar la antipatía que sienten los gobiernos de turno por estas casas de conocimiento, siendo el gobierno actual de Rodrigo Chaves solo el ejemplo más reciente.
Cada gabinete en turno ha tenido sus propias maneras de lidiar con las comunidades universitarias, ya sea a través de los ya conocidos recortes de presupuesto, o de maneras más confrontativas, que involucren el despliegue de la fuerza pública con el fin de oprimir y amedrentar manifestaciones estudiantiles, y si bien, estas últimas han decaído en popularidad durante los últimos años, no se puede soslayar que la manera en que se ha referido el gobierno de turno acerca de las universidades, y de la educación en general, tildando a la reforma para destinar 8% del PIB a educación de 2011 como “populista”, lanzando afirmaciones vacías como que las universidades públicas le dan la espalda al sector agrícola, y etiquetando a los estudiantes como “esbirros de los rectores”; Todo esto nos indica que el señor presidente busca que el pueblo vea en el sector educación un enemigo, para así, justificar su opresión ante sus ojos.
Esto ya es historia conocida y es parte de la coyuntura que viven los estudiantes, pero tan importante como es resistir a las bravuconadas del gobierno actual, también hay que entender que tenemos nuestros propios problemas a lo interno, con becas que no dan para llegar a final de mes, cupos de carreras cada vez más reducidos, y un formalismo va afectando a todas las carreras por igual. La comunidad estudiantil debe entender que la pelea no solo empieza y termina en las calles, sino que continúa a lo interno de nuestras instituciones, reclamando por una distribución equitativa de los fondos, destinando fondos que ahora acaparan las “vacas doradas” de las universidades de vuelta a los intereses del estudiantado, y de la juventud costarricense en general. Modelar esta conciencia de clase entre la comunidad universitaria será una necesidad a futuro si se desea volver a tener una incidencia positiva en la política nacional.
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